viernes, 12 de noviembre de 2010

ALAIN JULLET



Principios y aplicación de
la Inteligencia Económica

SITUACIÓN


Vivimos en un mundo complejo y contradictorio que está evolucionando cada vez más
rápidamente, en el que el volumen y la multiplicidad de la información convierte a cada
individuo, a cada empresa y a cada Estado en agente y árbitro de un juego que a menudo le
supera. Sabemos más y más rápido y sobre más cosas siendo conscientes, al mismo tiempo,
de que la vulnerabilidad está en relación directa con el volumen del flujo de información
recabado y de que la realidad virtual a veces gana por la mano a la verdadera.

Actores


Frente a la voluntad de las empresas o de los Estados de convertirse en potencias, nos
encontramos con otros Estados, multinacionales y organizaciones mafiosas o terroristas. No
hay que olvidar que entre las cien potencias mundiales más ricas se encuentran más empresas
multinacionales que Estados. No olvidemos que las mafias y las organizaciones terroristas
blanquean sus capitales en las empresas y en las organizaciones humanitarias o caritativas.
Bajo la influencia de las alianzas políticas o de los acuerdos comerciales, de los intereses
públicos o privados, de la presión internacional y de los movimientos de capitales, de los
enfoques filosóficos o religiosos, del desarrollo de las organizaciones criminales, el amigo
puede ser también enemigo y el competidor a menudo socio.

Globalización


La globalización y la falta de regulación han reconfigurado de forma fundamental el
espacio de la geopolítica, añadiendo a los tradicionales agentes públicos y representantes del
sector no mercantil, las empresas y otros agentes de la sociedad civil. Todos ellos han
comprendido que las empresas son la punta de lanza de la creación de riqueza y que la
nacionalidad del capital cuenta menos que la nacionalidad del proyecto de la empresa. Para
existir como agente en este contexto inestable, la empresa recurre a la anticipación utilizando
la inteligencia económica y la diplomacia de empresa, que incluye el lobbying, el desarrollo
sostenible y la ciudadanía de la empresa.
Sin embargo, con independencia de la apariencia de uniformidad de los objetivos y de
los medios que hay que poner en marcha, la globalización reúne dos tipos de economía que
están lejos de ser concordantes: la del mercado y la de los Estados. Ahora bien, la primacía
del papel del Estado tiene como consecuencia la integración de la economía de mercado en la
geo-economía de las grandes potencias. Como muy bien decía, a finales de 2005, Nikolai
Patruschev, presidente del FSB, el fin de la confrontación este-oeste ha llevado a los países a
la competición económica. Por eso, nuestra visión económica liberal, exclusiva e
históricamente europea, de la globalización hace que nuestras empresas sean muy vulnerables
en el ámbito de las confrontaciones económicas fuera de sus zonas de influencia tradicionales.
Tras esta constatación es cuando los anglosajones, considerando que la esfera de lo comercial
no era más diferente de la esfera de lo político, colocaron a la defensa de los intereses
económicos en el centro de la política exterior, aplicando el concepto de seguridad económica
activa.

Competencia


La globalización recupera un fenómeno de capital importancia: la transformación
acelerada de las condiciones de creación de riqueza. En nuestro universo occidental, el
crecimiento rentable va a tener que apoyarse en cuatro elementos: la inversión de la escasez,
la vuelta a la diversidad, la importancia de los territorios, y la primacía del cuerpo y de la
salud humana sobre la economía. Pero no hay que olvidar que de unos quince países
occidentales que se repartían desde hace varios siglos la creación de riqueza y que imponían
su enfoque económico al resto del mundo, se ha pasado a más de doscientos países que
quieren beneficiarse también de los frutos del crecimiento planetario. Cuentan con mejorar
basándose en sus puntos fuertes, empezando por la ventaja competitiva en los costes de mano
de obra y por las ganas de adquirir el nivel de vida occidental. Así, la globalización, más allá
de las múltiples oportunidades, ya que todo es mercado, se convierte también en el campo
cerrado de una competencia exacerbada como no hemos conocido nunca. Esta nos obliga a
revolucionar nuestros modos de gobierno y de enfoque para rentabilizar nuestras capacidades
de diferenciación y de innovación. También nos lleva a la necesidad de tener que encontrar
los medios necesarios para dar a los dirigentes de las empresas privadas o públicas la
información imprescindible para que sean competitivos. Es necesario que puedan combatir
utilizando “armas iguales” con sus competidores en una competición mundial donde cada
potencia intenta modificar los equilibrios a favor de sus propios intereses.

Protección


En la actual competición mundial, el mayor reto se sitúa en el dominio de las nuevas
tecnologías. Una dependencia excesiva de ciertos operadores internacionales es la garantía de
la pérdida progresiva de control de la situación. Por lo tanto, hay que detectar lo que se hace
en otros lugares e invertir en investigación para desarrollar la innovación. Por otra parte, si
sociedades extranjeras están en condiciones de comprar nuestras mejores empresas o de
hacerse con su control, cierto número de tecnologías se nos escaparán definitivamente. Sobre
estos temas, las normas aplicadas por la primera potencia mundial, a pesar de su liberalismo
confesado, para proteger una industria ya dominante son reveladoras de una realidad que hay
que mirar de frente. Velando al mismo tiempo por mantenerse en el marco de un liberalismo
que hasta ahora ha tenido mucho éxito en nuestros países, tenemos que perder nuestra
ingenuidad de gran potencia tradicional demasiado segura de ella y aprender a ser preventivo
más que represivo.

Información


Frente a la llegada de una forma de inteligencia económica info-centrada construida en
torno a nuevos retos encaminados a dominar recurriendo al conocimiento, son necesarios
nuevos procesos hombres-sistemas-datos que induzcan a la predominancia de los contenidos,
a un análisis de las fuentes abiertas, a una metodología de transformación continua de las
organizaciones y procesos, incluyendo la experiencia y el aprendizaje. Por otra parte, la
potencia y la capacidad del software de investigación y de procesamiento de la información
nos llevan a tener que integrar un cambio de relación a tiempo y descubrir los problemas de la
instantaneidad con su exigencia de rapidez y de reactividad. Finalmente, el volumen de datos
procesados nos hace descubrir que la información ya no es constitutiva del poder sino
creadora de valor que compartir.

LA EVOLUCIÓN DE LA INTELIGENCIA


Más allá de la apreciación del mundo de hoy y de mañana, todos estos elementos están
modificando de forma fundamental las técnicas de la inteligencia. Obligan a la construcción
de una parrilla de lectura que permite decodificar en tiempo casi real todo lo que ocurre en los
grandes países y en el resto del mundo. Muestran también los considerables cambios que hay
que realizar para hacer que evolucione un sistema que, generalmente, ha privilegiado el
aspecto geopolítico, a veces el militar, y desde hace poco el antiterrorista, olvidando el resto.
Son ellos, al final, los que hacen que en la actualidad surja en Francia la idea de un servicio de
Inteligencia Económica cuyo embrión se encuentra probablemente en ciertos aspectos de la
estructura de la misión de inteligencia económica preconizada por el Primer Ministro francés.

Los cuatro tipos de inteligencia


Nos encontramos frente a una evolución de los objetivos de la inteligencia y de su
definición actual. En un principio, la inteligencia era fundamentalmente de orden geopolítico
y militar. Se ha ido añadiendo, progresivamente, la inteligencia policial. Desde los años 1970-
80, al haber evolucionado la percepción de las necesidades, hemos entrado en un sistema de
cuatro actividades diversificadas: la inteligencia policial que se interesa cada vez más en la
lucha antiterrorista; la inteligencia militar que, además de la inteligencia clásica operativa, se
caracteriza por la investigación y la vigilancia de la proliferación y de las tecnologías duales;
la inteligencia geopolítica y diplomática tradicional; y finalmente la inteligencia económica.
Este último aspecto en auge está adquiriendo una importancia creciente ya que todo el mundo
es consciente, parodiando a Clausewitz, de que la guerra económica es la continuación de la
guerra militar recurriendo a otros medios.
Los anglosajones en general, ya sean ingleses o americanos, pero también los
japoneses y los rusos, la han desarrollado en diferentes enfoques hasta el punto de que, según
ciertos expertos, ésta representa hoy más del 50% de su actividad en detrimento o en
complemento de los otros sectores.

La inversión del ciclo de la inteligencia


El desarrollo de las tecnologías de la información ha provocado un cambio drástico del
enfoque del ciclo de la inteligencia. Actualmente, hay tantas informaciones disponibles en el
mundo y su difusión es tan rápida que sería absurdo consagrar los medios humanos a esta
primera fase de investigación. Es más eficaz empezar utilizando los medios de vigilancia que
ofrecen las nuevas tecnologías de la información para hacer una amplia operación de limpieza
utilizando las fuentes abiertas. Únicamente después de haberlas utilizado todas y después
haber hecho la síntesis, con medios técnicos que tienen la capacidad de realizarla
automáticamente en algunos minutos, es cuando se debe poner en marcha la investigación
humana par completar y afinar el logro. Así, la investigación humana ya no tiene
generalmente como misión ir a la caza de informaciones sino explotar y profundizar, si es
necesario, en lo que se ha encontrado en la red.
Todo indica que los ingleses y los rusos han asimilado ampliamente esta evolución del
papel y del posicionamiento de los diferentes tipos de investigación y que este objetivo
preside la organización actual de la CIA. Su director, Porter J. Goss, tiene como objetivo
subcontratar la investigación en fuentes abiertas para dedicarse a la parte considerada más
noble y difícil, pero también la más invisible del oficio: la investigación humana.
Destaquemos que otros países, entre ellos Francia, se lo siguen planteando todavía, teniendo
en cuenta los cambios drásticos y los cuestionamientos que esto implica.

Las especializaciones de la inteligencia


Una de las consecuencias capitales de esta evolución es la exigencia de especialización
ya que los cuatro aspectos de la inteligencia representan diferentes tipos de trabajo; el
especialista financiero en blanqueo o en transferencias de capitales tiene poco en común con
el policía que investiga, con el geopolítico que trabaja en los movimientos de oposición o de
guerrilla, con el especialista en lenguas exóticas o con el experto en misiles balísticos. Se ha
convertido en algo imposible concebir un agente de inteligencia polivalente, mientras que
hace treinta años eso era la norma. Ahora es necesario disponer de especialistas en cada rama
a los que se da una formación de agentes de inteligencia en su especialidad.

La coordinación de las informaciones


Este cuarto y último punto es la consecuencia lógica de los otros tres. A partir del
momento en que hay varios polos de especialidades, se impone la necesidad de una
coordinación. Los ingleses han mostrado el camino creando un “Joint Intelligence
Committee” y los americanos intentan hacer lo mismo encontrándose al mismo tiempo con
grandes problemas, debido al tradicional reflejo de autarquía de todos aquellos que, no
queriendo perder ni un ápice de su independencia, lo camuflan alegando discutibles razones
de seguridad.

ADQUISICIÓN Y PROTECCIÓN DE DATOS


En los albores del siglo XXI, los Estados, al igual que las empresas, han tomado
conciencia del cambio drástico que ha conllevado la utilización de las nuevas tecnologías de
la información. Necesitan encontrar nuevas referencias, definir nuevos métodos, y utilizar
medios modernos y adaptados para hacer frente a las consecuencias de la globalización. Para
no sufrir las consecuencias, hay que controlar la información útil que permita actuar en la
conquista de las cuotas de mercado, la protección del patrimonio y de la experiencia, la
detección de los competidores de todo tipo, ya que la competencia es multiforme. La
utilización de las tecnologías de la información es indispensable para la persona que vaya a
librar la batalla de la competencia planetaria y tener alguna posibilidad de éxito. Y es tanto
más necesaria cuanto que los mejores competidores europeos, americanos o asiáticos también
la utilizan.

Aprender a anticipar


Y esto ocurre particularmente con todo lo que afecta a la recogida de datos, el análisis
de las informaciones y la utilización de las informaciones necesarias para el responsable
sometido a la aceleración del proceso de decisión. La construcción del éxito y el nivel de
resultados se basa ahora en la capacidad de extracción, de selección, de traducción y de
análisis de los datos pertinentes, y de realización de síntesis parciales. Es necesario saber
buscar, en la otra punta del mundo, la información que dará la clave de una oportunidad o de
una amenaza no identificada. Su posesión se convierte en garantía de éxito ya que es una
ventaja capital ante la competencia, tanto en el plano ofensivo como en el defensivo.
El responsable político o económico debe aprender a anticipar para responder muy
rápido a las maniobras de desestabilización a través de la imagen, el rumor o la
desinformación. Hay que ser reactivo para ser capaz, en un plazo cada vez más reducido, de
construir, poner en marcha, adaptar o modificar una estrategia. También hay que ser
consciente de que la detección de los signos débiles es la que proporciona ventaja frente al
adversario. Ahora bien, todo esto sólo es posible recurriendo a las nuevas tecnologías de
procesamiento avanzado de la información, cuya calidad, potencialidad y eficacia progresan
sin cesar. Para ganar, hay que inventar los circuitos del futuro en un mundo donde el tráfico
por Internet se duplica cada cien días.

Proteger los datos


Por otra parte, el almacenaje, el flujo exponencial de los datos intercambiados, la
práctica de la externalización cada vez más utilizada, la obligación de promoción y de
comunicación, el desarrollo de los intercambios y de las asociaciones, ofrecen a los agresores
la posibilidad de actuar en el ámbito del desvío, de la transformación o de la destrucción de
información y de activos no materiales que rápidamente llegan a un grado insoportable debido
al efecto devastador de sus consecuencias. Esto implica que cada actor tome conciencia y
aplique normas estrictas de seguridad para él y para su entorno. De forma paralela al
desarrollo de los medios de investigación y de análisis, la protección de los datos tecnológicos
y la información y hacer que estos sean seguros se convierte en algo esencial y exige un
trabajo de contramedidas permanente, aunque sólo sea para responder a la aparición en el
mercado de virus y de software espía de todo tipo o a la puesta a punto de técnicas de
interceptación cada día más sofisticadas y menos detectables.

Proteger nuestro patrimonio


Evitando caer en un proteccionismo retrógrado e inadaptado al mundo de hoy, ya que
hay que alegrarse de la llegada de empresas extranjeras creadoras de riqueza y de empleo en
nuestros países, debemos organizarnos para proteger mejor nuestro patrimonio material y no
material como lo hacen, a fin de cuentas, todos los grandes países industrializados. Frente a la
envergadura de una amenaza que adopta múltiples formas y que es cada vez más compleja,
todos debemos conocer las técnicas que evitan la pérdida de conocimiento o de datos
esenciales y tomar conciencia de que los competidores, los becarios o los estudiantes no
siempre nos desean lo mejor. La necesidad de intercambios y de construcción de pasarelas
relacionales y técnicas entre los países no debe hacernos caer en la ingenuidad y el laxismo.
Se trata de hacer sensibilización activa para conseguir ser realista.
Todos debemos estar convencidos de que el problema económico clave de este
comienzo de siglo ya no es la producción en el sentido de la simple fabricación sino en el
sentido del diseño. Con este espíritu, los peritajes internos, la experiencia, las patentes, la
notoriedad de las marcas, las bases contractuales, tienen tanta importancia como los proyectos
de desarrollo. Cada uno de nosotros debe convencerse de que cada información desviada,
cada tecnología robada, cada producto copiado tiene un impacto directo sobre el empleo y el
futuro industrial de nuestros países.

ADAPTACIÓN DE LAS ORGANIZACIONES ESTATALES


La evolución que se está llevando a cabo en los grandes servicios de inteligencia
extranjeros, en respuesta a las crisis existenciales que están atravesando, muestra que en el
ámbito de los Estados la respuesta integra al conjunto de estas constataciones. Los grandes
atentados de estos últimos años y la lucha contra el terrorismo han servido de revelador de
una degradación de la eficacia de los servicios, que no habían tenido en cuenta lo suficiente la
evolución de su entorno durante la década precedente, debido a un enfoque más ideológico y
voluntarista que pragmático. La mayor parte de ellos están desarrollando actualmente una
asociación real con el sector mercantil, fundada en la fertilización cruzada y la explotación de
las sinergias entre el ámbito público, académico y privado.

La gestión americana


En un cuestionamiento fundamental encaminado a colocarse en orden de batalla en el
inicio del siglo XXI, la inteligencia, según Emily Goldman, se convierte en un medio esencial
para la puesta en marcha de las posibles estrategias político-militares: la elaboración del
entorno, la adaptabilidad, y la reconstitución de las fuerzas. Para gestionar la incertidumbre,
los americanos, inspirándose en el mundo de los negocios, han elegido modificar el entorno
conduciendo al sistema hacia una nueva configuración recurriendo a la innovación
tecnológica. La finalidad es cambiar el juego, dictar nuevas normas, después de ponerse a la
cabeza en una competición actualmente asimétrica. La potencia tecnológica unida a la
definición del nuevo campo de batalla hacen que el adversario sólo tenga la elección del modo
de derrota y de su velocidad de realización.
Este enfoque, copiado en diferentes grados por los principales países occidentales,
lleva a una redistribución de los papeles y de los medios en varios niveles:
- Una organización de recogida y de análisis separada en cuatro entidades distintas
que se benefician de medios técnicos y humanos especializados: la geopolítica, la
economía y los flujos financieros, la defensa y las armas de destrucción masiva, y la
seguridad que incluye la lucha contra las mafias y el terrorismo. En un mundo donde
la eficacia pasa por la experiencia, es más fácil formar a un ingeniero, un físico o un
financiero que a los técnicos en vigilancia, investigación y análisis que lo contrario.
- Un compartir la información con los otros servicios y organizaciones interiores y
exteriores del país, públicos o privados, que trabajan sobre la misma temática, y una
apertura de cada entidad al trabajo en red con el fin de afinar sus análisis y evitar el
síndrome del vaso cerrado, definido por el profesor Leavitt como el de la Bahía de
Cochinos durante la tentativa de invasión de Cuba fallida.
- Un organismo de coordinación a nivel nacional que se haga cargo de la orientación,
de la síntesis y de la difusión. Frente al exceso de información hay que saber lo que se
busca para tener una oportunidad de encontrarlo; de ahí la necesidad de construir
planes de inteligencia a partir de las orientaciones estratégicas fijadas por la persona
responsable. Las manipulaciones de información por parte de ciertos servicios antes de
la guerra de Irak y la experiencia de los Joint Intelligence Comittees demuestran la
utilidad de separar la investigación y el análisis de la síntesis y de la coordinación.
- Una mayor utilización de las nuevas tecnologías de la información, para investigar
en las fuentes abiertas los datos blancos o grises que permitan al analista detectar las
señales débiles o fuertes. Como ha mostrado Robert David Steele, esta evolución es
revolucionaria para los servicios acostumbrados a trabajar únicamente con sus propias
fuentes de información. La acción realizada por fondos de inversión como In Q Tel
muestra que es necesario contar con industriales capaces de proporcionar software de
investigación, de análisis semántico o de voz, de síntesis y de ayuda a la decisión que
sea seguro y que permita la recogida y la utilización óptima de todos los datos útiles.
- Una organización de los servicios de investigación operativa del Estado en torno a
su ámbito de competencia: la adquisición de datos en zonas negras, de datos
complementarios que permiten iluminar las zonas grises, el contrastar ciertas
informaciones encontradas en zona blanca, y la puesta en marcha de estrategias de
influencia.
- El desarrollo de servicios especializados en la adquisición de datos con medios
técnicos. Al tener que tener acceso a datos abiertos o cerrados para extraerlos y
después procesarlos, representan una inversión costosa, que a veces se puede
compartir con otros países. También deben dedicar una parte importante de su
actividad a la lucha contra las intrusiones del mismo tipo, y proporcionar sus
resultados a todas las entidades afectadas.
El análisis de la utilización de los métodos de la inteligencia económica muestra que
los anglosajones tienen un enfoque global y sintético obtenido esencialmente de la
inteligencia de origen técnico, mientras que la mayoría de los europeos están más orientados
históricamente hacia el análisis de las informaciones obtenidas con medios humanos. Sería un
error pensar que la búsqueda de la eficacia pasa por copiar el modelo americano que está en
periodo de evolución mientras que también se puede capitalizar en los puntos fuertes del
análisis a la francesa para obtener una organización más capaz de responder al entorno actual.
La eficacia máxima se encuentra, sin duda, en el cruce de los dos.

COMPETICIÓN ECONÓMICA


Cada día que pasa nos da la prueba de que la competición económica se ha convertido
en algo planetario. Exportando más productos, servicios y conocimientos en todo el mundo
cada nación intenta ganar este nuevo tipo de guerra, donde las víctimas son las empresas con
consecuencias directas en el empleo y en el producto nacional bruto. Como decía E. Luttwak,
es la continuación a las estrategias diplomáticas y militares utilizando estrategias comerciales
y económicas. Es un combate en el que no hay lugar para los débiles y para los que tienen
lagunas.
En el caso de los militares, el conocimiento de la totalidad de los datos sobre cada
punto del campo de batalla en las cuatro dimensiones es la clave moderna de la victoria. Para
la empresa es lo mismo en su esfera de actividad. Más allá del impacto directo de la
globalización, que incita a todos a desarrollar su capacidad exportadora, el aumento de la
presión competitiva se debe a tres factores esenciales: la pérdida de la competitividad a través
del control de los costes, la disminución de la capacidad de diferenciación, y la llegada del
mercado del conocimiento.

El mercado del conocimiento


En un mercado mundial donde el competidor está en todas partes, todos, al haber sido
formados por los mismos profesores, saben utilizar los mejores métodos y optimizar lo que ya
existe. Por eso, ya casi no existen rupturas ya que la progresión sólo se hace generalmente al
margen de una relación calidad-precio. La práctica de la adquisición de nuevas tecnologías, de
la deslocalización y de la creación de valor reemplaza a la aventura de la investigación, de la
innovación y de las redes de crecimiento. En este entorno, la construcción clásica de una
ventaja competitiva utilizando métodos conocidos por todos, resulta insuficiente. La
diferencia se crea sobre la capacidad de anticipación para actuar y reaccionar con un tiempo
de anticipación: el conocimiento es la clave del éxito.
Después de haber conocido el mercado de la oferta durante siglos, más tarde el
mercado de la demanda durante medio siglo, entramos en la economía del conocimiento, que
implica poseer el saber, es decir, la información. Esta última etapa es particularmente difícil,
ya que supone coordinación y trabajo en red recurriendo a la puesta en sinergia de los
diferentes actores, a partir de una toma de conciencia general y de la difusión de una cultura
de compartir la información en comunidad de intereses. Esto se complica con las
manipulaciones de la información que se han convertido en un método corriente de
competencia desleal tanto en el ámbito de los Estados como en el de las empresas.
La competición económica supone que el empresario asuma riesgos, sabiendo que su
realidad es proporcional a la suma que se pueda perder. Frente a la obligación de obtener
resultados y al rechazo de su volatilidad que caracteriza a los accionistas actuales,
obsesionados por la rentabilidad de la inversión a corto plazo y a la obligación de crear valor,
la inteligencia que permite evaluar la realidad del riesgo se ha convertido en algo clave para
un buen gobierno.

LA INTELIGENCIA ECONÓMICA


En este marco se inscribe la inteligencia económica definida por los expertos como el
control y la protección de la información estratégica pertinente para todos los agentes
económicos. Tiene como triple finalidad la competitividad del tejido industrial, la seguridad
de la economía y de las empresas y el refuerzo de la influencia de nuestro país. Es la
adaptación francesa del concepto de “business intelligence” de los ingleses y de la
“competitive intelligence” de los americanos.
Se la puede segmentar en cinco polos: el entorno internacional y la competitividad, la
inteligencia económica y las organizaciones, la gestión de la información y de los
conocimientos, la protección y la defensa del patrimonio informático y de los conocimientos,
y finalmente la influencia y la contra influencia.
Al mismo tiempo ofensivo y defensivo, es un concepto global que implica la práctica
del ciclo de inteligencia para su utilización como herramienta de ayuda a la decisión y la
puesta en marcha de cierto tipo de acciones. Es un modo de buen gobierno cuyo objeto es el
dominio de la información estratégica. No se improvisa, ya que es un oficio con una
experiencia que tiene como finalidad la competitividad y la seguridad del Estado, de la
economía, y de las empresas. Ya practicado por Estados tan variados como los Estados
Unidos, Suecia, India o Japón, se está imponiendo para todos los agentes que quieran mejorar
su nivel de resultados en el tablero internacional. No olvidemos nunca, como lo dicen los
japoneses de Mitsui, que la información es la sangre de la empresa.

Orientación


Implica orientaciones iniciales claras, ya que el secreto del éxito es saber con precisión
lo que se busca y en qué sector. Sin un marco claro, uno se dispersa y se pierde eficacia ya
que hoy la técnica permite encontrar una aguja en un pajar pero todavía no en todo un
territorio. Por eso todo debe empezar por la prospectiva, siguiendo las tendencias
macroeconómicas a largo plazo susceptibles de orientar la elección de los agentes
económicos. Cuando un Estado se queja de la calidad de los resultados de sus servicios de
inteligencia, o una empresa se queja de su equipo de inteligencia competitiva, obedece
generalmente más a que no se le han definido de forma precisa los objetivos sobre los que
tenía que trabajar que al hecho de que no se le hayan dado los medios adecuados para hacerlo.
Como decía Séneca “sólo hay buen viento para el que sabe adónde va”.

Capacidades


Es imposible poner en práctica la inteligencia económica sin recurrir a las nuevas
tecnologías de la información. La práctica de la inteligencia económica se ha convertido en
una obligación tanto para defenderse como para atacar, ya que aporta elementos de
apreciación que van a orientar, facilitar o hacer más eficaz la acción iniciada. Sin llegar a la
declaración de Warren Christopher que pide los mismos medios que para la guerra fría, exige
el mínimo necesario para dominar realmente la información. Da a las sociedades, a las
colectividades públicas o al Estado que la practican, la posibilidad de anticipar, protegerse y
tener una ventaja competitiva defendible y sostenible a través del dominio de cuatro
capacidades complementarias e interactivas en el momento de la decisión y de la acción:
- la vigilancia permanente de cada uno de los agentes de la vida económica;
- la gestión de la información, que supone saber recoger los datos, seleccionar, analizar,
evaluar y difundir las informaciones de todos los órdenes que permitan detectar las
oportunidades y las amenazas;
- la protección de su patrimonio no material, que incluye la experiencia, la defensa de la
imagen, la seguridad de los flujos, y las informaciones estratégicas;
- la acción proactiva sobre las organizaciones y los agentes que pueden tener un
impacto sobre su actividad a través de la comunicación, la influencia, el lobby y las
relaciones públicas.
Su utilización confirma el adagio de Napoleón: “Ser vencido es excusable, ser
sorprendido es imperdonable”.

EL CAMPO DE LA INTELIGENCIA ECONÓMICA


Estamos obligados a constatar que la inteligencia económica todavía es, para la gran
mayoría de nuestros conciudadanos, un concepto borroso y abstracto. Sin embargo, es un
concepto simple que se basa en una evidencia: en un mercado ahora mundial donde la
competencia está en todas partes y cuya evolución es permanente, el conocimiento es la clave
del éxito.
Por lo tanto, es erróneo reducir la inteligencia económica a vigilancia, información, un
nuevo modo de gestión o un avatar estratégico. Su campo abarca toda la información abierta
accesible a través de medios legales, es decir el 90% de la totalidad de la información
existente en el mundo. Con mucho más de 10 000 millones de datos disponibles en la web
visible e invisible, el problema ya no consiste en encontrar la información sino autentificarla,
validarla y procesarla con la aplicación de medios, de herramientas y de métodos de
investigación, de procesamiento y de análisis de la información, de ayuda a la decisión,
preservándola al mismo tiempo con sistemas de protección. Esta inteligencia, que afecta a
todo lo que puede tener una influencia sobre los buenos resultados de los agentes económicos
en cada uno de sus ámbitos de actividad, busca, en un enfoque global, analizar el entorno de
la empresa, desarrollar los métodos de organización y de gestión de crisis, y analizar y
después descodificar las acciones de los diferentes agentes.
El conocimiento del entorno competitivo de los sectores estratégicos en el ámbito
mundial, la adquisición de la capacidad de anticipación requerida para tener una oportunidad
de ganar, la detección y la aplicación de defensas frente a las distorsiones de la competencia a
través de las leyes, las normas y los estándares locales o internacionales son campos enormes
en los que hay exceso de agentes e interlocutores, sobre todo públicos. El campo que hay que
abarcar obliga a trabajar de forma conjunta con todos los agentes afectados por la economía,
en el sentido estratégico del término. En primera fila estarían los ministerios responsables de
la inteligencia tradicional.
En este marco, se comprende que la práctica de la inteligencia económica se ha
convertido en una obligación tanto para defenderse como para atacar. Aporta elementos de
apreciación que van a orientar al responsable de tomar decisiones y van a permitir anticipar un
cambio de las reglas del juego en los mercados mundiales. Hace más eficaz la toma de
decisión o la acción contemplada teniendo, en el momento adecuado, todos los elementos
necesarios. Se trata de hacer mejor, haciéndolo de forma distinta y más rápido, sabiendo que
con esta estrategia de influencia, la ventaja siempre es para el que ataca.

HERRAMIENTAS DE LA INTELIGENCIA ECONÓMICA


Cualquier persona a la que le afecta la inteligencia económica, política o militar
conoce la importancia de contar con herramientas de investigación y de análisis eficaces. En
este ámbito en permanente evolución, la competencia es severa y los Estados tienden a querer
reservarse las mejores. Por eso hay que empezar por desarrollar herramientas modernas y
seguras de recogida y de análisis de situación incitando al desarrollo de una industria nacional
y europea. Por otra parte, hay que evitar la visión tecnicista que reduce el concepto de
inteligencia económica a la vigilancia y al análisis a través de medios informáticos.

Herramientas


En un mercado ahora mundial, es imposible hacer inteligencia económica eficaz sin
software de última generación y un hardware muy competitivo, capaz de evolucionar al ritmo
de los progresos técnicos. Tenemos la prueba en la utilización cada vez mayor de motores de
investigación que permiten recoger rápidamente un gran número de informaciones útiles para
construir una estrategia ganadora. En la práctica, las herramientas especializadas deben
aportar una respuesta óptima a cada etapa del ciclo de inteligencia siendo capaz de extraer,
seleccionar, traducir, hacer análisis semánticos de voz o conceptuales, realizar síntesis de
enormes cantidades de datos. La eficacia del conjunto supone que cada uno de ellos se inserte
en una arquitectura de interfaz, adaptada a las necesidades.
Frente al dominio excesivo de las herramientas anglosajonas que presentan a veces
fallos que pueden ser aprovechados por competidores mal intencionados, el programa de
inversión europeo en este ámbito va a desempeñar un papel valioso y necesario.

Protección


Pocos operadores públicos o privados tienen conciencia del riesgo que aportan las
mismas herramientas en el ataque y la penetración de sus sistemas de información a través de
operadoras mal intencionadas, cada vez más ofensivas. A pesar de un número cada vez mayor
de incidentes, muchos piensan que esto sólo les puede pasar a los otros. Sea cual sea la
calidad de los fabricantes, la posible existencia de “backdoors”, las posibilidades abiertas por
la carga remota de software y la externalización de los datos, la posibilidad de identificación
de los sitios que una persona puede consultar y de esa misma persona por el poseedor del
motor de búsqueda, el pirateo o el desvío de datos en el marco de la info-gerencia, las técnicas
de los hackers que no dejan de mejorarse, deben incitar al Estado y a las empresas a aplicar el
principio de precaución. Es necesario admitir que la seguridad y la fiabilidad son asuntos de
especialistas y que el criptado de los datos sensibles no es la única respuesta. También es
necesario estar más vigilante en cuanto a la elección de los proveedores, a las garantías dadas
por éstos, y al cumplimiento de las normas elementales de seguridad. No olvidemos que en el
ámbito de las tecnologías de la información y de la comunicación, el combate es permanente:
la espada y el escudo se ganan por la mano el uno al otro con una cadencia muy rápida.

LA HISTORIA DE LA INTELIGENCIA ECONÓMICA


Aplicada con éxito por los venecianos y la Liga Hanseática, practicada por los ingleses
desde Isabel la Grande y por los japoneses desde mediados del siglo pasado, evocada por
Maurice Duverger hace 40 años, defendida por Stepan Dedijer a principios de los años 80, el
concepto fue formulado y publicado por primera vez en 1986 en Harvard por Michael Porter.
Se implantó rápidamente en Estados Unidos, destacando dos años claves:
- 1992, cuando Robert Gates, director de la CIA, anunció haber decidido, bajo las
instrucciones del presidente Bush, sacrificar dos tercios de su presupuesto a investigar
la información económica.
- 1996, cuando el presidente Clinton, cuya prioridad declarada consistía en defender los
intereses económicos de Estados Unidos, creó el Advocacy Center para movilizar
todos los recursos de la nación alrededor de los grandes contratos internacionales en
los que participaba América.
En la misma época, Japón decidía cambiar el nombre del célebre Miti por Meti al
sustituir la palabra Industria por la de Economía.
Desde entonces, la inteligencia económica progresa en todos los países y las empresas
que tienen la ambición de desarrollar su posición competitiva y asegurar su futuro. Como
había dicho Jack Nye, presidente del National Security Council, en la revista Foreign Affairs
en 1996, el que invierte en el desarrollo y el uso de las NTIC toma la delantera por los 25
próximos años.
La implantación del concepto de inteligencia económica en Francia empezó en 1986 y
se desarrolló poco a poco gracias a un trabajo permanente de los investigadores y
universitarios. Los grandes etapas de su implantación son el informe de Martre en 1994 quien
fue el promotor del concepto en nuestro país, y la creación del consejo de orientación
presidido por Bernard Esambert en 1995, con la consiguiente publicación del informe
elaborado, a petición del primer ministro, por el diputado Bernard Carayon en 2003. Una de
sus consecuencias fue la creación de la misión del Alto Responsable encargado de la
inteligencia económica y, por último, el informe de 2004 del sindicato profesional Medef que
inicia la participación de las empresas.
A pesar de los esfuerzos de los pioneros, la inteligencia económica siguió siendo
desconocida durante mucho tiempo. Esto se debe probablemente a la dificultad mutua de
colaboración entre la mayoría de las administraciones afectadas y la gran mayoría de las
empresas para afrontar mejor la competencia internacional, en el interior y exterior de
nuestras fronteras.
La oleada mediática actual muestra, a pesar de todo, que el trabajo realizado durante
todos estos años no fue en vano. A pesar de que la inteligencia económica no se considera aún
como una ciencia, los investigadores y los universitarios aprovecharon este periodo para
profundizar esta idea y formular bases doctrinales. Las cámaras de comercio establecieron
redes de vigilancia, y los Prefectos pusieron bases para lo que iba a constituir la inteligencia
territorial. Por otra parte, resulta interesante hasta que punto las administraciones
desarrollaron, a partir de iniciativas internas, bases de datos específicos, desconocidos
desgraciadamente e insuficientemente difundidos. Hoy en día, gracias a la actividad decidida
iniciada por el gobierno, los responsables políticos, económicos, universitarios y
administrativos de nuestro país, después de tomar plena conciencia de la situación, empiezan
a hacer suyo el concepto y se movilizan para implantarlo.

CREACIÓN DE UNA POLÍTICA PÚBLICA


Estamos lejos de llegar al final de los trámites y tenemos retraso respecto a otros
países. Por esta razón el Estado, consciente de la importancia de la inteligencia económica en
la competitividad mundial se implica directamente para abrir el camino, orientar a nuestros
conciudadanos, ayudarles en el descubrimiento del método y acelerar su puesta en marcha.
Gracias a la voluntad del jefe del Estado y del Primer ministro, se convertirá en lo sucesivo en
una política pública encaminada a acelerar el proceso, actuando por consenso, para convencer
a los actores de aplicar los métodos y adquirir buenos reflejos con el objetivo de adquirir la
capacidad de anticipación y de alcanzar el nivel de prestaciones requerido por la competencia
internacional. Dicha voluntad se basa en la convicción de que el Estado debe crear las
condiciones del desarrollo económico y que las empresas deben participar en las acciones de
interés general apoyándose en una movilización y una coordinación crecientes de las energías
y de los recursos de la Administración. Como lo decía el presidente Kennedy, “no nos
preguntemos qué pueden hacer por nosotros, sino qué podemos hacer por ellos”.
Las grandes empresas entendieron perfectamente el interés del concepto de
inteligencia económica y se defienden muy bien solas. El problema viene de las pequeñas y
medianas empresas que constituyen la principal fuente de empleo del país y están más
expuestas a esta competencia mundial. Es básicamente por ellas por las que se moviliza el
Estado creando una inteligencia territorial que permitiría proporcionarles una información
preseleccionada y poner en marcha procedimientos de formación, haciendo demostraciones
del método para su aplicación en los ámbitos de competencias regionales y nacionales
.
Un objetivo para todos


Estar informado para actuar. Sin esperar a que nuestros conciudadanos tengan la
cultura de inteligencia tan querida por nuestros amigos británicos o japoneses, el Estado debe
incitar a nuestros conciudadanos a hacer suyas las tres etapas para conseguir una exitosa
inteligencia económica:
- una actitud de alerta permanente ante cada uno de los factores de la vida económica,
- un reflejo natural de difusión de las informaciones recopiladas,
- medios para tratar estos datos mediante la coordinación, comparación y evaluación.
Este gran reto para el país implica una verdadera revolución de las mentalidades y de
las actividades públicas y privadas: es asunto de todos porque depende de la buena voluntad
de todos.
Si queremos seguir formando parte del grupo que encabeza a los países desarrollados,
conviene implantarlo rápidamente a todos los niveles del Estado y en todo tipo de empresas,
sin olvidar en ningún momento que esta clave para el futuro en la competición mundial
consiste sobre todo en la disposición de ánimo. En lugar de criticar a los demás en una visión
carente de eficacia, afirmemos nuestra voluntad de ser mejores. En lugar de poner barreras de
protección, procuremos tener las claves de una mejor competitividad porque sabemos todos
que la mejor defensa es un buen ataque.

Hacia la seguridad económica activa.


El papel del Estado no consiste en sustituir las empresas sino en mostrarles el camino
creando un acercamiento a la inteligencia económica que toma en cuenta nuestras
características culturales para pasar de la defensa económica tradicional a la seguridad
económica activa. Se trata de dar a las empresas, mediante las acciones técnicas y
administrativas, los medios complementarios necesarios para que se enfrenten de igual a igual
en esta gran confrontación económica global, en el marco y en base a reglas claras y
conocidas por todos.
Con este fin, para centrar mejor los esfuerzos sobre las empresas y las tecnologías esenciales,
el Estado debe seleccionar sectores estratégicos e integrar las sociedades para que participen
en un dispositivo de vigilancia y alerta. El Estado debe trabajar también en el marco
comunitario de la adaptación de las leyes y de modelos de financiación requeridos para el
apoyo a las empresas punteras, su lanzamiento y desarrollo.
02/06/06 Alain Juillet 18
Todos estos esfuerzos de apertura y adaptación deben ir acompañados de una campaña
de sensibilización pedagógica del conjunto de los actores afectados en el marco de sus
actividades profesionales y por la creación de una formación técnica competente a todos los
niveles para aquellos que decidieron hacer de la inteligencia económica su profesión. Por esta
razón, resulta fundamental el papel de las escuelas y universidades. Pero eso sólo se puede
ejecutar después de crear un referente de formación que sirva de guía para los formadores y
de base para sus programas.

La inteligencia territorial y la asociación público-privado.


La vigilancia, que incluye varias facetas (tecnológica, competitiva, comercial,
legislativa, mediática, financiera, estratégica), se efectúa cada vez más por medios técnicos
costosos y cada vez menos por medios humanos. Esto causa un problema grave para las
pequeñas y medianas empresas que no disponen de medios para financiar estas actividades,
sobre todo frente a las grandes empresas que se benefician de esta distorsión de la
competencia. Por esta razón, el Estado y las colectividades locales deben movilizarse en el
marco de la inteligencia territorial para responder a sus necesidades legítimas a pesar de las
protestas de las sociedades grandes que preferirían, en nombre del liberalismo y de la libertad
de los intercambios, poder beneficiarse solas de esta ventaja competitiva.
En cuanto al análisis y a la identificación de los puntos claves, el acercamiento más
eficaz consistiría en una asociación publico-privado como nos los mostraron los americanos
con el concepto de Advocacy Center y los ingleses con el dispositivo Global Watch. A la
vigilancia realizada por las empresas y las colectividades, el Estado añade el papel de reductor
de inseguridad porque sus posibilidades de recopilar y analizar la información incluyen un
horizonte temporal más amplio bastante más amplio que él del mercado. Puede pues ofrecer
no sólo señales, sino también una relativa seguridad a medio término, tanto jurídica como
económica. El Estado proporciona información a través de los bancos de datos y tiene la
posibilidad de influir la evolución de las normas y reglas locales e internacionales.

Los cinco aspectos de la actividad del Estado.


Además de la dinamización de su actividad en relación con todos los actores
afectados, el papel del Estado, en materia de inteligencia económica, se compone de cinco
grandes aspectos:
El primero consiste en mejorar la eficacia de la Administración. Hace falta:
- Identificar todo lo que se hace en inteligencia económica en las administraciones
centrales, territoriales y en los organismos parapúblicos.
- Coordinar el conjunto de las actividades realizadas por las Administraciones y
Servicios
- Tomar las medidas necesarias para rellenar los vacíos del dispositivo, suprimir la
duplicidad de esfuerzos, los solapes y corregir los desvíos.
El segundo concierne la promoción de la inteligencia económica. Incluye:
- La promoción de inteligencia económica (IE),
- Las acciones de sensibilización del tejido económico así como de los periodistas, los
cargos electos y los altos funcionarios,
- La publicación de un referente de formación,
- La formación inicial de los estudiantes de universidades y grandes escuelas sin olvidar
el apoyo a la investigación académica en este ámbito,
- La creación de módulos de formación continua y de sensibilización para los altos
cargos empresariales y administrativos, sin olvidar la formación del profesorado,
- La creación, en consenso con los profesores correspondientes, de las formaciones
específicas competentes en tres niveles (diplomatura, licenciatura, doctorado)
integrando los enfoques de diferentes escuelas (de gestión, tecnología, guerra y técnica
de inteligencia)
- El apoyo al desarrollo y la promoción de las tecnología de recopilación y tratamiento
de la información y de la comunicación con todas las garantías de seguridad.
El tercero consiste en proporcionar información estratégica en una asociación público-privado
adaptada a cada caso. Esto supone:
- Poner las bases de una verdadera asociación con otros actores económicos, lo cual
implica un diálogo y la toma en consideración de diferentes enfoques,
- Aceptar la necesidad de poner en común los conocimientos
- Constituir un mecanismo de coordinación interministerial que permitiese transmitir lo
más rápidamente posible la información valiosa
- Desarrollar la inteligencia territorial con los actores locales
- Adaptar el volumen y el tipo de información a las necesidades y a la capacidad del
destinatario (pequeñas, medianas y grandes empresas),
- Utilizar todos los medios de enlace eficaces (Asociaciones, clubes, Cámaras de
Comercio, servicios públicos, organizaciones consulares, federaciones profesionales,
colectividades locales o regionales, portales de Internet...).
El cuarto concierne el Estado en su papel de estratega y guardián de los intereses esenciales
de la Nación, así como en su papel del defensor de su independencia económica. El Estado lo
garantiza mediante una política de seguridad económica nacional activa:
- Definición de los campos y ámbitos de soberanía,
- Identificación de los productos de seguridad y de los proveedores de confianza,
- Instauración de un dispositivo de vigilancia, de alerta y de peritaje encaminado a
detectar y a seguir las inversiones extranjeras en los ámbitos sensibles,
- Creación, adaptación y puesta en marcha de instrumentos legislativos, de control
jurídico, técnicos y financieros que gestionen las relaciones de competitividad,
- Toma en consideración de las necesidades expresadas por las empresas para la
seguridad de su personal en el extranjero,
- Control del respeto a la deontología por parte de los gabinetes de inteligencia
económica y de información privada.
El último aspecto concierne la creación y el desarrollo coordinado de estrategias de
influencia en los grandes organismos europeos e internacionales y de contra influencia frente
a los ataques subversivos contra el Estado o las actividades estratégicas.
Este quíntuple papel del Estado consiste en, en el estricto respeto de las normas
comunitarias y de la OCDE, garantizar a los actores económicos franceses una lucha en
condiciones de igualdad contra sus competidores internacionales y en optimizar su
competitividad.

LA COOPERACIÓN EUROPEA E INTERNACIONAL


La creación de las reglas del juego.


A nivel internacional, otros países han tomado la delantera en el acercamiento y la
utilización de estas nuevas técnicas de información aplicadas a la inteligencia económica. No
es una razón para atacar sin matices a los que son mejores que nosotros porque entendieron
antes lo que había que hacer. Para evitar el doble escollo de la ingenuidad y de la paranoia,
debemos fijarnos como objetivo emularlos, movilizando nuestras capacidades para aprender a
dominar los instrumentos, procedimientos y métodos de vanguardia.
Frente a la presión ejercida por todos los que quieren aumentar su participación en el
mercado mundial, la única verdadera respuesta consiste en crear reglas del juego claras y
aplicables en todos los países. Es un caso raro ahora porque muchos tienen la tendencia a
buscar privilegios o a escabullirse. Frente a la dificultad de hacer cumplir los acuerdos
internacionales, hace falta llegar a convencer que la ausencia de reglas, el incumplimiento de
las normas y el pirateo de patentes son ruinosos para las empresas y para las economías. El
reconocimiento y la supervisión de las normas, así como el control del cumplimiento de las
reglas aplicables para todos, están pues en el corazón de la actividad de inteligencia
económica.
Si se toma a China como ejemplo, ésta tiene como ambición declarada atrapar a las
más grandes naciones industriales dentro de los 20 próximos años. Se nota claramente que
este reto resulta imposible de cumplir mediante un procedimiento de desarrollo
exclusivamente interno en un plazo tan corto. Necesitarán “utilizar atajos” usando todas sus
capacidades para adquirir en otra parte (bajo una forma u otra, yendo desde la formación de
sus élites hasta el espionaje industrial pasando por la transferencia de los conocimientos) la
mayor parte de las tecnologías requeridas para su proyecto. Conviene pues ser consciente y
vigilar que esta búsqueda se haga respetando las reglas internacionales.

El derecho de reciprocidad


En teoría cada uno de los países se esfuerza en crear reglas de comportamiento, para
luego ajustarlas a sus socios para que sus empresas se beneficien de los mismos derechos que
el conjunto de los actores económicos de los otros países. Pero la verdadera reciprocidad no
es aún accesible: las leyes europeas son distintas de las leyes estadounidenses, japonesas o
chinas y el trato reservado a las empresas resulta sensiblemente diferente. Esto resulta
especialmente verdadero para las inversiones extranjeras para las que Europa ejerce la política
más liberal. El problema consiste también en la aplicación de los acuerdos internacionales. Lo
mejor es el enemigo de lo bueno y conviene ponerlo en tela de juicio cuando la aplicación del
convenio anticorrupción de la OCDE firmado por al menos 20% de los países en el mundo,
entre ellos la mayor parte de los países europeos, lleva a estos a perder regularmente contratos
a favor de otros países como Israel o Rusia que no dependen de estos compromisos.
Cada país aplica sus propias reglas y resulta importante encontrar entre ellos y las
empresas europeas cierto equilibrio y, sobre todo, el respeto al otro. No se trata de ceder a la
tentación proteccionista imponiendo barreras para protegerse de las agresiones exteriores o de
volver a la regla “cada uno para sí mismo”, sino de utilizar los recursos de la inteligencia
económica para conocer mejor las leyes y costumbres del país de origen de la empresa para
definir las reglas del juego equitativas antes incluso de empezar.

Por una inteligencia económica europea.


En un mundo multipolar donde cada uno aporta su capacidad de inteligencia y de
iniciativa, la posición en la competitividad depende de la aptitud de apoyarse en los ámbitos
de soberanía tecnológica. Hoy en día, ninguno de nuestros Estados puede basar su estrategia
de seguridad económica únicamente en sus propios medios y en una actividad solitaria. Las
tecnologías cuestan demasiado y los campos de investigación son demasiado amplios para
pretender poder mantenerlo y desarrollarlo todo en un país. Resulta pues lógico que los
Estados se muestren solidarios y compartan su capacidad de inteligencia económica cuando
esto les pueda aportar en su conjunto un aumento de actividad industrial o comercial.
Frente a la competitividad mundial, uno de los grandes desafíos de los años venideros
para nuestras industrias consistirá en trabajar juntos a nivel europeo. La defensa de nuestros
intereses económicos pasará sin duda alguna paulatinamente por un reparto de recursos y una
creciente cooperación en inteligencia económica en los ámbitos sensibles a nivel de la Unión
Europea o, al menos, a nivel de un núcleo duro de Estados europeos con empresas en común
o entre los Estados que comparten la misma visión y las mismas ambiciones.
Para poner en marcha este procedimiento de inteligencia económica entre las empresas
y los Estados, hace falta disponer de información y estar dispuesto a organizar intercambios.
A nivel europeo esto se hará poco a poco a través de las cooperaciones bilaterales organizadas
alrededor de empresas con importantes intereses en dos o más Estados de Europa y a
semejanza de la industria armamentística, cabe esperar que una “agencia europea de
inteligencia económica” verá la luz dentro de unos diez años.

CONCLUSIÓN



Como afirma Nicolas Negroponte, la sociedad de la información ya forma parte del
pasado porque estamos entrando en una civilización nueva. Cada uno debe ser consciente de
que estamos al principio de un proceso que exige una verdadera revolución cultural de los
ánimos, basada en la confianza mutua a la que, la mayoría de nuestros conciudadanos, sobre
todo los profesionales de la inteligencia de Estado, se adapta con dificultad. Más que un
conjunto de métodos y de técnicas, la inteligencia económica es sobre todo un estado de
ánimo hecho de apertura hacia el mundo, de gusto por el análisis, de voluntad de no padecer y
de hacer mutua la experiencia y los conocimientos, puestos al servicio de la colectividad. Esto
implica comprometerse decididamente a un acercamiento voluntario, apoyándose en una
utilización de un ciclo de inteligencia completamente reformado para integrar el uso de
tecnologías punta. Este acercamiento debe garantizar la apertura al mundo exterior, la
capacidad de adquisición de los datos recopilados por las fuentes abiertas y la creación de
estrategias evolutivas que integren el dominio de las técnicas de influencia.
En un mundo dominado por el poder de la información, la gestión estratégica de la
información adquirida mediante la inteligencia económica resulta vital para la supervivencia y
el desarrollo de nuestras empresas, al igual que para el mantenimiento de nuestros países en
un nivel de poder y de independencia. El que no dispone de ellos, sea un Estado o una
empresa, se encuentra en una posición desfavorable. En este marco, no se trata pues de
confundir la inteligencia económica con cualquier forma de espionaje, sino más bien
considerarla como un método que utiliza técnicas de vanguardia para aprender a conocer el
medio en el que hay que actuar, identificar los socios con los hay que competir, anticipar las
amenazas que pueden aparecer para protegerse de ellas y negociar con posibilidades reales de
éxito.
Existe una necesidad urgente para que las fuerzas vivas de nuestros países hagan suyo
el concepto porque éste se apoya en cuatro imperativos muy lejanos de la cultura latina y
judeo-cristiana: el reparto de la información, la utilización de redes, la asociación públicoprivado,
y el reconocimiento de la utilidad de la inteligencia. Contrariamente al mundo anglosajón
o asiático donde la práctica de la inteligencia económica resulta natural, esto será una
evolución cultural mayor que necesita tiempo ya que implica identificarse con el concepto.
Desde hace siglos sabemos que hacer la carrera en el grupo de cabeza de las naciones
es el mejor medio de preservar la independencia del Estado y de las empresas, garantizando la
prosperidad de todos. En 50 años pasamos de la empresa industrial a la empresa de marketing,
luego financiera, a la que conseguimos adaptarnos para llegar a la empresa que domina el
conocimiento. Estaremos en buen camino cuando cada uno de nuestros ciudadanos esté
convencido de que la inteligencia económica es la oportunidad que nos permitirá construir la
ventaja competitiva defendible y durable que nos permita sacar provecho de ella. Ganaremos
cuando las pequeñas y medianas empresas y la Administración comprendan que la economía
moderna ya no es asunto exclusivo del ámbito privado y que el interés general no es
exclusivamente el asunto público. Es el momento de actuar.


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